EL ETERNO AMOR DE TU PROPIA FUENTE
Dedicado para todos los que aún valoran la fidelidad
Son
las seis de la mañana, el día comienza y una nueva bocanada de aire alimenta
mis esperanzas. Termino la rutina de arreglarme, tomo el autobús y llego a la
clase, la primera silla me espera, el salón estaba lleno, miro hacia atrás y
mis ojos la buscan, pero no la encuentro. Hoy era el día en que los temores
fueron vencidos y estaba dispuesto a hablarle del amor. Se acaba aquella clase,
pero ella no asistió y en medio de muchas preguntas y casi ido de la realidad,
me disponía a tomar el autobús, saco el billete y un fuerte viento lo arrebata
de mis manos, salgo corriendo a alcanzarlo y termina bajo una banca, lo recojo
y vaya sorpresa, en aquella banca estaba ella, sus expresivos ojos verdes me
miraron, y con un nudo en la garganta sólo dije: “hola”, pero tomando fuerzas
le pregunté: “¿por qué no fuiste a clases?”, “me retrasé”, ella contestó. Sin
mediar otra palabra de preámbulo le confesé mi profundo amor por ella. Sus
tiernos labios me respondieron con agrado: "intentémoslo." Así fue
el inicio de aquel amor de juventud que hoy después de los años ha dejado el
fruto de dos hijos y un puñado de nietos. Más que una unión matrimonial, ha sido la
perfecta complicidad de dos seres inspirados, bebiendo de las aguas de su propia fuente, sin buscar romances extraños, sino deleitándose en
el amor verdadero que Dios nos regaló.
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