martes, 6 de enero de 2015

La Danza de los Girasoles




Un muy buen día El Creador decidió hacer un hermoso campo, un cielo claro, sin oscuridad, grandes y frondosos árboles en donde la aves anidaban a libertad.
En medio de este maravilloso paisaje había in excelente pasto, pero había un gran espacio vacío.
Jesús, el hijo del Creador le preguntó, ¿Padre por qué este espacio quedó vacío?, Éste le contestó: porque lo tengo preparado para mi más grande creación, ya no será un campo vacío, en medio de él haré con mis propias manos el más hermoso girasol. ¿Por qué un girasol le preguntó su hijo?, y dice El Creador: porque yo soy la luz y el sol de este gran campo, y los girasoles siempre buscan la luz y yo quiero que mi girasol me busque.

Así El Creador hizo un hermoso girasol, al que le puso como nombre Adán, y siempre buscaba la luz del que lo creó. El Creador se dio cuenta que el girasol era hermoso, pero el campo sería aún más precioso si en vez de uno, fueran más los que acompañaran a Adán, y decidió hacer otro llamado Eva. Los dos eran preciosos y siempre orientados hacia la luz de quien los creó, eran preciosos y eternos.

Un día un tormentoso viento sopló y los dos hermosos girasoles desviaron su mirada de la luz, el viento les mintió diciendo que no habría problema si de vez en cuando desviaban su mirada de la luz de quien los creó, ellos creyeron eso y qué gran error, ya los girasoles no se veían tan hermosos y ya no eran eternos, y cada vez que quitaban su mirada de quien los creó, se marchitaban y empezaban a morir.

El Creador se entristeció mucho, tenía la potestad de destruirlos u obligarlos a que siempre lo miraran, pero hizo algo noble, cada día plantó mas girasoles, y les dio libertad de escogar si lo miraban a Él o si se dejaban llevar por las tentadoras brisas del viento tormentoso.
Sin embargo El Creador hizo algo aún más noble, mandó a su hijo para que labrara el campo, lo cuidara, se sacrificara por el campo, y tanto fue su esfuerzo que hasta su sangre derramó para regarlo, pero no le importó porque sobrevivió a estas penurias, y hoy en día todavía sigue cuidando del jardín.

Muchos girasoles decidieron bien y tienen la mirada en la luz de quien los creó, otros se dejaron guiar por las brisas del viento tormentoso. A pesar de todo, El Buen Labrador siempre todos los días los riega con el agua de su Santo Espíritu y guarda la esperanza de que aquellos que voltearon la mirada nuevamente miren hacia la vida, hacia la luz de quien un día los creó.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario