La sonrisa del encanto
La noche Barranquillera se engalana con
su famosa luna radiante y su brisa que acaricia y estimula los sentidos. En
medio de tan acogedor ambiente está ella con su mirada fija en el cielo,
contando las estrellas como quien cuenta sueños, éxitos, esperanzas, planes, en
fin miles de ideas pasan por su cabeza, inquietudes, dudas y la ansiedad quiere
hacer su inminente aparición.
De repente llega él con su tono de voz
grave, e inspirado por el Altísimo, sólo tiene palabras de aliento y finos
cumplidos para ella quien ante eso sólo se ríe, pero su sonrisa provoca mayor
inspiración, sus ojos brillan, sus pupilas se dilatan, hoyuelos en sus
mejillas, su cara se torna de una hermosa tonalidad roja que magnifica su
ternura y belleza.
Pasa el rato y cada uno se retira a su
respectivo destino, pero con la satisfacción de experimentar un tiempo grato.
Por un lado el inspirado varón fue el locutor de múltiples cumplidos, y su
recompensa fue la sonrisa encantadora de aquella musa. Ella por su parte no fue
presa de la ansiedad, creyó en cada cumplido recibido, cada palabra de aliento,
y llena de fe y sueños pudo descansar tranquilamente en sus aposentos.
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