APRENDIENDO DE LOS ERRORES DE OTROS
Daniel 5:17-28, 30-31 NTV
Daniel respondió al rey: —Su majestad, guarde sus regalos o déselos a otra persona, igual le diré el significado de lo que está escrito en la pared. El Dios Altísimo le dio soberanía, majestad, gloria y honor a su antecesor, Nabucodonosor. Lo hizo tan poderoso que gente de toda raza, nación y lengua temblaba de temor ante él. El rey mataba a quienes quería matar y perdonaba a quienes quería perdonar; honraba a quienes quería honrar y humillaba a quienes quería humillar. Sin embargo, cuando su corazón y su mente se llenaron de arrogancia, le fue quitado el trono real y se le despojó de su gloria. Fue expulsado de la sociedad humana. Se le dio la mente de un animal salvaje y vivió entre los burros salvajes. Comió pasto como el ganado y lo mojó el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo gobierna los reinos del mundo y designa a quien él quiere para que los gobierne. »Oh Belsasar, usted es el sucesor del rey y sabía todo esto, pero aun así no se ha humillado. Todo lo contrario, usted desafió con soberbia al Señor del cielo y mandó traer ante usted estas copas que pertenecían al templo. Usted, sus nobles, sus esposas y sus concubinas estuvieron bebiendo vino en estas copas mientras rendían culto a dioses de plata, oro, bronce, hierro, madera y piedra, dioses que no pueden ver ni oír, ni saben absolutamente nada. ¡Pero usted no honró al Dios que le da el aliento de vida y controla su destino! Así que Dios envió esa mano para escribir el mensaje. »Este es el mensaje que se escribió: Mene , Mene , Tekel y Parsin . Y el significado de las palabras es el siguiente: Mene significa “contado”: Dios ha contado los días de su reinado y le ha puesto fin. Tekel significa “pesado”: usted ha sido pesado en la balanza y no dio la medida. Parsin significa “dividido”: su reino ha sido dividido y dado a los medos y a los persas. Esa misma noche mataron a Belsasar, rey de Babilonia. Y Darío el medo se apoderó del reino a los sesenta y dos años de edad.
Daniel 6:25-27 NTV
Después el rey Darío envió el siguiente mensaje a la gente de toda raza, nación y lengua en el mundo entero: «¡Paz y prosperidad a todos ustedes! »Ordeno que en mi reino toda persona tiemble con temor delante del Dios de Daniel. Pues él es el Dios viviente, y permanecerá para siempre. Su reino jamás será destruido, y su dominio nunca tendrá fin. Él rescata y salva a su pueblo, realiza señales milagrosas y maravillas en los cielos y en la tierra. Él ha rescatado a Daniel del poder de los leones».
Para entender un poco mejor el contexto de estos pasajes, vamos a dar una breve reseña histórica de lo que se menciona en estos pasajes del libro de Daniel.
Aquí se mencionan tres reyes que fueron en su momento los líderes de mayor poder en el mundo durante sus respectivos reinados, Nabucodonosor quien fuera rey de Babilonia, su hijo Belsasar quien fue quien lo reemplazó, y Darío, quien derrocó a Babilonia y se erigió como rey del imperio Medo Persa.
Ya una vez ubicados, podemos entender un poco más a estos personajes y esa transición entre el imperio Babilónico y el Medo Persa.
Cuando Nabucodonosor fue rey, se sintió tan orgulloso que desconoció que el poder que había recibido y lo grande de su reino había sido permitido por Dios y no era el mero producto de su esfuerzo, y fue así como este gran rey ebrio de su propio orgullo pasó de ser el ser humano más poderoso y reconocido de su época, a vivir durante siete años en medio de animales, demente y comiendo pasto (Daniel 4: 29-33). Finalmente Nabucodonosor, reconoció su error y le dio la gloria a Dios y su reino le fue devuelto. (Daniel 4: 34-35).
Aquí se puede ver cómo este hombre pudo reconocer su error, a pesar de que había sido advertido de que dejara esa actitud, no prestó atención (Daniel 4: 24-27), igual lo cometió, pero tuvieron que pasar siete años para que su carácter fuera moldeado y pudiera renunciar a su orgullo.
En el primer pasaje que aparece arriba (Daniel 5:17-28), se ve cómo Belsasar, hijo de Nabucodonosor, y sucesor del reino de Babilonia, cometió el mismo error de su padre, se llenó de orgullo, desconoció a Dios de su vida, y le rindió culto a otros dioses, es decir estaba totalmente apartado de Dios y ebrio en su propio orgullo tal como sucedió con su papá, es decir, este hombre no aprendió de los errores de su padre, al final no sólo su reino le fue quitado sino también su vida.
En el último pasaje de arriba (Daniel 6:25-27) vemos al rey Darío, quien había presenciado el gran milagro que hizo Dios en la vida de Daniel: fue librado del foso de los leones (Daniel 6:19-23), como resultado de esto, Darío mandó a redactar una ley, firmada por él mismo donde todo pueblo y nación de la Tierra debía adorar y honrar el nombre de Dios, luego este hombre si reconoció la grandeza de Dios y no fue indiferente al poder de Dios que se hizo visible en ese gran milagro que hizo sobre Daniel.
Hoy en día podemos ver también los milagros de Dios, quizás no tan espectaculares como ser librados de las fauces de los leones, pero si en nuestra familia, amigos, en el trabajo, en nuestra vida personal, y muchas veces desconocemos la mano de Dios en todo esto, no le damos el reconocimiento de esto. Estas historias reales son para que no repitamos los mismos errores de otros, que el orgullo no nos ciegue, y se robe el reconocimiento de Dios, que siempre recordemos que todo don que tenemos es para beneficio de los demás y que ese don y toda buena dádiva que tenemos viene de Dios, de nuestro Padre celestial, siempre seamos agradecidos en todo al Señor.
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