Caminata hacia el hogar
Saliendo de la rutina diaria y caminando rumbo a casa voy
pensando y apreciando la bella noche adornada de la luna que ilumina el camino
transitado, y como cómplice perfecto está la brisa fresca que acaricia los
sentidos e inspira a soñar despierto.
Los niños jugando, las mujeres riendo, es como si los
ojos y oídos estuvieran haciendo las veces del paladar cuando comen un
exquisito manjar.
Termina la agradable caminata hacia el hogar. Allí está
ella, con sus expresivos ojos aceitunas, castaña cabellera, sus brazos se
encuentran con los míos, fundidos en el más fuerte pero a la vez cálido abrazo
de bienvenida, su voz susurra mi oído, el corazón palpita ante tremenda
sensación y agarrados de la mano entramos en aquel lugar que más que casa es el
cómplice silencioso de nuestra hermosa historia de amor.
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